Este Leonés fotagrafo incansable, ladrón de espíritus ajenos, expuso por primera vez en la galería Buades en 1981 y de ahí hasta nuestros días transitando siempre por un tortuoso camino. Tiene una capacidad innata para parar el tiempo, transforma en sumiso maniquí al retratado en blanco y negro. Armado siempre de su Leica y Hassenblad no es un fotografo silencioso, interactua conoce antes al material que desfila por su cámara. Su temática siempre definida, compleja. La noche, los inadaptados, las motos, los tatuajes, la música. Aficionado dicen a conducir motos a gran velocidad después de un riego abundante de alcohol, fue visitante de la hermandad de la aguja, otro superviviente de la generación perdida. Esa realidad palpable de calle de sus inicios ha dado los últimos años un vuelco vintage, de esencias y lineas frondosas, de sombras elegantemente luminosas.
RECORDANDO UN CORTO ALBERTO GARCÍA ALIX, NO HABLES MAS DE MÍ
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