¿ Existe la Muerte? La Ciencia dispuesta a saltarse sus limitadas premisas empíricas de partida que tantas rigideces generan
LA BOMBA ATÓMICA QUE ESPAÑA ESTABA DESARROLLANDO, Y USA FRENÓ, EL PROYECTO ISLERO.
En plena Guerra Fría, entre telones de secretos nucleares y ambiciones estratégicas, España se embarcó en un proyecto casi olvidado por el gran público: el Proyecto Islero, un intento del régimen franquista de desarrollar su propia bomba atómica. Aunque su nombre suene hoy a leyenda o a distopía científica, Islero fue una realidad que inquietó a más de un país... especialmente a Estados Unidos. Pero sobre todo a su gran aliado en el Norte de África desde el siglo XIX y la época del sultanato , Marruecos.
¿Qué fue el Proyecto Islero?
El Proyecto Islero fue una iniciativa secreta impulsada por el gobierno de Francisco Franco en los años 60 y 70 con el objetivo de dotar a España de armamento nuclear. Su nombre hacía referencia al toro que mató al torero Manolete, una elección simbólica que aludía a fuerza y letalidad. El plan fue promovido principalmente por sectores militares y científicos del régimen que consideraban que una bomba nuclear posicionaría a España como una potencia respetada e independiente en el escenario internacional. En aquellos años no existía el complejo actual de convivencia en el gobierno con elementos militares, que no sólo actuaban como elementos de consulta, sino que influían proactivamente en estrategias geopolíticas.
El proyecto contemplaba el desarrollo de una bomba nuclear aprovechando los recursos nacionales de uranio —particularmente en la zona de Andújar y Ciudad Rodrigo— y la capacidad técnica del Centro de Energía Nuclear de la Moncloa y el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT). A pesar de la falta de experiencia directa, existía un núcleo de físicos y técnicos bien formados que podían, al menos en teoría, avanzar en el camino hacia la bomba. También los había en cohetería, y algunos físicos e ingenieros aeronáuticos formados en el centros tecnológicos de primer orden, en el extranjero.
Obstáculos técnicos, diplomáticos y estratégicos
Desde un inicio, el proyecto se enfrentó a desafíos de enorme magnitud. España no disponía de la tecnología ni de los recursos que otras potencias nucleares tenían a su disposición. A esto se sumaba un factor determinante: la presión internacional, especialmente la de Estados Unidos.
En el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado por muchas potencias para evitar la expansión de armas nucleares, la comunidad internacional (y en especial EE.UU.) consideraba intolerable que un país como España —gobernado además por una dictadura— se dotara de armamento atómico.
La mano (y el veto) de Estados Unidos
Estados Unidos jugó un papel crucial en frenar el Proyecto Islero. A través de vigilancia diplomática, informes de inteligencia y presión económica, Washington logró que el proyecto español quedara en el limbo. El acuerdo de cooperación militar con EE.UU. firmado en 1953 (Pactos de Madrid) y sus renovaciones sucesivas, otorgaban a EE.UU. influencia militar y estratégica en suelo español a cambio de apoyo económico y militar. A partir de los años 60, con España buscando legitimidad internacional, Estados Unidos aprovechó esa dependencia para condicionar el desarrollo nuclear español.
De hecho, se ha documentado que en más de una ocasión, representantes de la administración estadounidense advirtieron al gobierno de Franco de que una bomba española tendría consecuencias severas, entre ellas sanciones diplomáticas, aislamiento internacional y posible ruptura de la cooperación militar.
Finalmente, con la muerte de Franco y la transición democrática, España firmó en 1987 el TNP y se alejó definitivamente de cualquier ambición nuclear militar.
El Proyecto Islero es un ejemplo paradigmático de cómo la ingerencia de una superpotencia puede condicionar las aspiraciones estratégicas de un país soberano. Si bien se puede argumentar que evitar la proliferación nuclear es deseable para la paz global, también es cierto que algunos países (como Israel, Pakistán o India) han logrado desarrollar arsenales atómicos sin mayores consecuencias, mientras que otros fueron detenidos por la presión de las potencias dominantes. España siempre fue un país, que por su ubicación geográfica privilegiada, y ser tierra de paso desde grandes vuelos oceánicos y sus escalas necesarias, cumplía un importante rol estratégico como península. Además de acceso al mediterráneo en una amplia línea de costa, así como al océano Atlántico desde diferentes puntos.
En el caso de España, la relación con Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX fue ambigua: por un lado, beneficiosa en términos económicos y militares, pero por otro, limitante en cuanto a autonomía estratégica. La negativa estadounidense al desarrollo atómico español formó parte de una política más amplia para mantener el equilibrio de poder bajo su control. Y sin molestar a su otra gran aliado en la zona, que era el reino de Marruecos, ante un Egipto hostil, y una Argelia independiente cada vez más próxima a la Unión Soviética. España era considerada una pieza geográfica a ser utilizada en conflictos futuros, y a un puente logístico estratégico para la flota naval y aérea de la OTAN. Cierta soberanía estratégica para España, suponía una seria amenaza. Y el almirante Carrero Blanco, sucesor de Franco, estaba dispuesto desde su casticismo y patriotismo a no aceptar órdenes de nadie, más allá del jefe del estado. Probablemente, esa actitud le costaría la muerte, en un atentado con un importante tufo de operación combinada de varios servicios secretos extranjeros. Donde la CIA tuvo el máximo protagonismo, y utilizó a la banda terrorista ETA en el operativo. Henry Kissinger estaba en España, unos días antes del atentado, y había tenido una última entrevista con Carrero Blanco. Probablemente como última oportunidad para que recapacitara.
Hoy, la historia del Proyecto Islero sigue siendo un capítulo poco conocido pero revelador de las tensiones entre soberanía nacional, ambiciones tecnológicas y control geopolítico. También plantea preguntas incómodas: ¿Qué países pueden decidir libremente su desarrollo militar? ¿Dónde está el límite entre cooperación internacional e injerencia externa?
Henry Kissinger y Francisco Franco días antes del atentado a Carrero Blanco.
Cantos Tintados, Renovarse o Morir, La Tendencia que Llega de USA para vender series de Libros de Autores
Durante la edad Media y el Renacimiento, se usaban tintas o dorados en los cantos de los códices para proteger los libros del polvo, la humedad y los insectos. También se aplicaban elaborados diseños decorativos o doraduras en biblias y libros religiosos. Su uso tiene raíces tanto funcionales como estéticas, que evolucionaron con el tiempo y que, hoy en día, se reutilizan con fines comerciales y de marketing, sobre todo para atraer compradores, y destacar libros en librerías o redes sociales. Esta tendencia, lejos de ser una moda pasajera, se está implantando con fuerza, y generando comunidades de lectores que tratan al libro de formato papel como lo haría un copista medieval. En USA, Kent County, Michigan, es ya una clara tendencia emergente que está llevando a los lectores de vuelta a las librerías. Estos libros observados en conjunto, tienen bordes decorados que revelan diseños únicos que complementan y enriquecen la historia del libro. A su vez, dotan de una personalidad diferencial a su autor, y son un elemento identificativo más de sus obras. Muchas estanterías de libros lucen de otra manera, y resulta más fácil localizar un autor en las colecciones privadas que uno pueda poseer. Aunque inicialmente puedan asociarse con libros de fantasía, young adult (YA), o ciencia ficción, donde el componente visual es clave para la audiencia. No son pocas las editoriales, y autores de Literatura convencionales que están considerando sumarse a esta tendencia para las ediciones premium de sus obras. Además surgen en torno a ellas, comunidades de lectores de ediciones limitadas, y que sirven para generar un intercambio cultural y social en eventos específicos para sus compradores. Donde portar uno de estos libros, es el requisito mínimo para el acceso a un evento de presentación del autor en una conocida librería, o incluso en una actividad social divulgativa de un nuevo lanzamiento ligada a acciones grupales con sus fans. En definitiva, el mundo editorial en Europa, tiene mucho que aprender del buen hacer en Márketing que siempre tuvo USA. La calidad y cantidad de autores Europeos siempre fue un sello diferencial, que hay que saber aprovechar en este mundo globalizado.
Por Alexandre Guamis Colaborador área Literaria y Ciencia
¿Hacia un mundo de 100 millones de habitantes? El impacto existencial de la inteligencia artificial según los pronósticos de un experto
La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo a una velocidad que apenas podemos comprender. Desde algoritmos que predicen enfermedades hasta sistemas que gestionan la logística global, su impacto ya es profundo. Pero, más allá de los titulares sobre automatización o productividad, existe una posibilidad más inquietante y casi impensable: ¿y si la IA no solo remodela la sociedad, sino que también reduce drásticamente la población mundial?
En medio del optimismo tecnológico que domina los discursos actuales, algunas voces disidentes nos invitan a detenernos y reflexionar. Una de ellas es la del profesor Subhash Kak, catedrático de ingeniería informática en la Universidad Estatal de Oklahoma y experto en inteligencia artificial, criptografía y filosofía de la conciencia. A diferencia de quienes ven en la tecnología el camino inevitable hacia el progreso, Kak lanza una advertencia inquietante: las nuevas tecnologías están conduciendo a la humanidad hacia una era de natalidad decreciente, soledad existencial y posible extinción cultural.
No hablamos de un escenario apocalíptico de ciencia ficción, sino de una hipótesis especulativa basada en tendencias reales: automatización extrema, deshumanización progresiva del trabajo, aumento del control algorítmico y cambios en los modelos económicos, sociales y reproductivos. Algunos expertos han advertido que, si no se gestiona con responsabilidad, la IA podría llevar a una reorganización radical de la humanidad, con una población reducida a apenas 100 millones de personas en unos pocos siglos.
Uno de los pronósticos más provocadores de Kak es que las generaciones futuras podrían dejar de ver la reproducción como un imperativo social o biológico. A medida que los avances en automatización, inteligencia artificial y entretenimiento digital aumentan, la necesidad de formar familias tradicionales disminuye. En su opinión, las personas podrían optar por no tener hijos no por razones económicas —como ya ocurre en muchas sociedades— sino porque la experiencia vital será cada vez más virtual, individualizada y desconectada del ciclo biológico.
"La reproducción ya no será vista como una necesidad para la continuidad de la especie, sino como una opción cultural marginal", sugiere Kak.
¿Cómo podría ocurrir algo así?
1. Automatización total y desempleo estructural
La automatización no se detendrá en las fábricas o las oficinas. Con el tiempo, también se automatizarán el arte, la ciencia, la medicina, la política, incluso las decisiones éticas. En un mundo así, la mayoría de los humanos podrían volverse “económicamente prescindibles”. Sin propósito social o económico, millones podrían enfrentarse a la marginación, la pobreza o incluso a políticas eugenésicas disfrazadas de eficiencia.
2. Control algorítmico y gobiernos tecnoautoritarios
Las IA podrían no solo administrar países, sino controlar con precisión quirúrgica la conducta humana. Un gobierno gestionado por IA podría concluir que una población menor y más estable es más fácil de controlar, menos conflictiva y más sostenible ambientalmente. No necesitaría campos de concentración, solo algoritmos que condicionen el comportamiento, la natalidad, el acceso a recursos o incluso el deseo de tener hijos.
3. Desacoplamiento biológico
Con la robótica avanzada y las IA generalistas, gran parte de la producción y el conocimiento podrían mantenerse sin necesidad de una gran población humana. Una civilización de máquinas podría cuidar de una humanidad mínima, privilegiada o simbólica, mientras el grueso de la población se reduce paulatinamente por desincentivos reproductivos, soledad estructural o selección cultural dirigida.
4. Cambio de paradigma reproductivo
La natalidad ya está cayendo en muchos países industrializados. La IA, junto con la cultura de lo virtual, podría profundizar la desvinculación entre sexo, afectividad y reproducción. En un mundo donde la experiencia humana puede simularse, y donde tener hijos se convierte en una decisión lógica (y no emocional), el crecimiento poblacional podría colapsar voluntariamente.¿Es este un destino inevitable?
No necesariamente. La tecnología no es buena ni mala: es una herramienta. El problema no es la IA en sí, sino quién la controla, con qué fines y bajo qué valores. Si permitimos que la eficiencia reemplace a la compasión, o que el algoritmo sustituya al juicio ético, podríamos estar diseñando un futuro inhumano con las mejores intenciones.
La inteligencia artificial tiene el poder de eliminar la pobreza, curar enfermedades y liberar a la humanidad del trabajo alienante. Pero también podría vaciar de sentido nuestra existencia, reducirnos a nodos pasivos de una red planetaria hiperinteligente y transformar a la humanidad en una reliquia histórica.
Pensar en un mundo con solo 100 millones de humanos no es una profecía, sino una provocación. Nos obliga a mirar de frente los riesgos de entregar nuestra autonomía a sistemas que no sienten, no sueñan ni mueren. En última instancia, la pregunta no es qué puede hacer la IA, sino qué queremos hacer con ella.
¿Estamos construyendo una civilización para todos o un jardín automatizado para unos pocos?
Por Gabriel Liebana Santillana Colaborador General